Los pusilánimes
Los numerosos y muy amables mensajes que recibo me animan a retomar estas notas de opinión en la medida en que los tratamientos médicos me lo vayan permitiendo. Veo cómo semana a semana la muy preocupante situación del país se agrava en todos los frentes, empezando por el proceso electoral, que amenaza con generar una ruptura del sistema democrático.
Fruto de esa legítima preocupación, avanza por estos días una campaña cuyo lema es “no polarizar”. Confieso que no he podido dejar de preguntarme por el objetivo de esta. ¿Podrá ser apagar los ánimos y sustraer del debate político cualquier tema que genere controversia?
¿Puede entenderse acaso que polarizar es guardar silencio frente al avance de los grupos delincuenciales que tienen hoy capturado más del 50 % del territorio ante la pasividad del Gobierno Nacional y la decretada inacción de las Fuerzas Militares y de Policía?
¿No polarizar será entonces cerrar los ojos y nada decir frente a los billones de pesos que el Gobierno ha dispuesto para torcer la voluntad ciudadana en las próximas elecciones y para fortalecer las alianzas de todo tipo que le permitieron hace tres años conquistar el poder?
¿Debemos entender que polarizar es pedir que las denuncias e investigaciones avancen en un país convertido en una verdadera cleptocracia o gobierno de ladrones?
¿Debemos abstenernos de referirnos al gravísimo problema fiscal, a la alarmante malversación de fondos, a la descomunal caída de la inversión privada o al incremento nunca antes visto de la nómina oficial y la contratación a dedo de ejércitos de “simpatizantes” y milicianos al mejor estilo venezolano?
¿Será polarizar no guardar silencio frente a la quiebra absoluta de un sistema de salud que amenaza la vida de las familias colombianas más vulnerables e incluso a los más cercanos seguidores de Petro, como los maestros?
¿Será polarizar advertir que en materia de justicia pasan los meses, por no decir años, esperando trascendentales decisiones de la Corte Constitucional, cuando ni siquiera hacen cumplir sus providencias como está ocurriendo con aquella que ordenó al Gobierno cesar la abusiva intervención a Sanitas?
¿Será polarizar advertir sobre la postración en la que se encuentran sectores como la infraestructura y la vivienda, que están hoy totalmente paralizados?
¿Debemos entender que para no polarizar estamos obligados a aceptar la narcoalianza Petro-Maduro y permitir la presencia de tropas del régimen venezolano en territorio colombiano bajo la sombrilla de un acuerdo binacional?
¿Será polarizar denunciar que seguimos ‘ad portas’ de que en cabeza del señor Petro y su gobierno se convoque una constituyente para reformar los periodos y perpetuarse en el poder, como lo notificó al país el propio jefe de Gabinete en el Congreso de la República?
¿Será polarizar insistir en la inconveniencia de terminar de marchitar nuestras fuentes principales de ingresos y divisas a través de los sectores petrolero, minero y gasífero?
Y por último, la mal llamada ‘paz total’. Qué cuentazo pensar que para no polarizar estamos conminados a terminar de entregar el país a todos los grupos de narcotraficantes y terroristas en negociaciones que solo han servido a los siniestros propósitos de quienes las promueven. Así ocurrió esta semana en Amalfi, Antioquia, y en Cali, y lo seguiremos viendo en lo que resta de este gobierno en todo el territorio nacional. ¿Tampoco podríamos condenar estos hechos para no polarizar? ¿Qué tal?
Yo no puedo sumarme a esa campaña y creo que nadie consciente de estos riesgos debería hacerlo. Muy por el contrario, llegó la hora de avanzar en las denuncias y hacerle frontalmente oposición a la continuidad de este gobierno.
No es momento de callar, no es momento de pasar de agache bajo el eufemismo de no confrontar y de no polarizar porque la realidad es que quienes están promoviendo este tipo de campañas se están convirtiendo en cómplices del régimen.
Invito a no hacer eco de quienes promueven el apaciguamiento, de quienes nos critican por denunciar, de aquellos que nos proponen contemporizar y no confrontar. Por esas actitudes tan pusilánimes estamos como estamos. Yo creo como muchos, sin duda la inmensa mayoría, que llegó la hora de actuar, de enfrentarlos con firmeza y sin vacilaciones.