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Los cabezazos de Ecopetrol

Los cabezazos de Ecopetrol

Por: Germán Vargas Lleras

La semana pasada me referí en esta columna a la venta de ISA a Ecopetrol. Quise plantear que esa operación no podía hacerse a las carreras, que había serios interrogantes por resolver, como los de la valoración de activos y los derechos de terceros que deben respetarse y el uso de la figura del convenio interadministrativo, que en Colombia, y para evadir el estatuto contractual, ha sido la principal fuente de corrupción. Veo que expertos como el exministro Carlos Caballero Argáez y el expresidente de Ecopetrol y de ISA Javier Gutiérrez también se han pronunciado en igual sentido.

Tengo el mejor concepto del presidente de Ecopetrol, Felipe Bayón. Difícil encontrar a alguien más preparado, con mayor experiencia y visión. Está jugado con esta aventura de ISA. No sé si por obligación o por convicción, pero lo cierto es que eso de meter a Ecopetrol en el negocio de transporte de energía eléctrica y en la construcción y operación de carreteras en Latinoamérica no figuraba en el plan de desarrollo de la empresa. Una cosa es que inviertan, como lo están haciendo la mayoría de las petroleras en el mundo, en generación de energía con fuentes renovables no convencionales, y otra muy distinta, entrar al negocio del transporte. Amarrar esto con la transición energética y el cambio climático es un buen recurso para la galería, pero que los conocedores no compran.

Heredó Bayón dos macroproblemas: Bioenergy y Reficar. Los traigo a colación porque esa idea de convertir a Ecopetrol en la gran empresa multienergética del mundo a la que todo se le puede colgar podría terminar mal. De hecho, las principales bancas de inversión y analistas internacionales ven muy pocas sinergias en esta operación y sí muchas complejidades. Y esto lo sabe el Gobierno.

Comencemos por el proyecto Bioenergy. Este proyecto de producción de etanol inicialmente costaba 140 millones de dólares, luego se aprobó en Ecopetrol por un monto de 344 millones de dólares, pero tras 49 capitalizaciones sucesivas Ecopetrol terminó invirtiendo más del doble, es decir, 776 millones de dólares. Hoy, después de 13 años, la empresa está en liquidación, nadie responde por este magnífico negocio y la inversión de Ecopetrol, que finalmente ascendió a 1,6 billones en esa empresa, hoy no vale nada, pues su patrimonio es negativo.

Ya se conocen los primeros informes de la Contraloría, que señalan un detrimento patrimonial de 710.000 millones en solo tres de los ocho procesos abiertos. Mucho quisiéramos conocer quiénes fueron los responsables de este monumental descalabro. No solo de los gerentes y miembros de las juntas directivas de Ecopetrol, sino de los socios privados que impulsaron desde la propia junta este negocio.

Un proyecto muy mal planeado, con muy mala selección de contratistas, que acumuló retrasos mayores de cinco años en su entrada en operación, con un desequilibrio insostenible entre los ingresos y los gastos, además de un sobreendeudamiento que llevó a la empresa a su inviabilidad. En síntesis, todo mal hecho y bajo la tutela de Ecopetrol. Pronto me referiré a lo que creo se podría hacer para salvar este proyecto. Con sacrificios para todos los intervinientes, pero con menores costos para la nación en términos de desarrollo regional y agroindustrial, empleo e impulso a la transición energética.

El segundo descalabro por el que todavía nadie responde es el de la refinería de Cartagena, Reficar. Allí se han hecho hallazgos fiscales por cerca de 3.000 millones de dólares, incluyendo el lucro cesante, pero el descalabro podría ser mucho mayor. Dos importantes negocios de Ecopetrol y su flamante gobierno corporativo por los que hasta ahora nadie responde. Y ahora resulta que no tenemos derecho a preocuparnos por la genial venta de ISA ni por la operación futura del sistema eléctrico colombiano.

 

PD. Se va Roberto Pombo de la Dirección de EL TIEMPO. A todas las manifestaciones ya hechas sobre sus virtudes como periodista añado las mías sobre su integridad, su pluralismo y su sentido de país. Va mi testimonio de agradecimiento por haberme invitado a colaborar con esta columna semanal que he escrito con absoluta libertad y el mayor respeto por mis opiniones.

 

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