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Grotesco

Opinión

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Los partidos de la coalición de gobierno, Liberal, Conservador y ‘la U’, han mostrado los colmillos al Gobierno esta semana, con el anuncio de las llamadas líneas rojas en la reforma tributaria. A las 12 iniciales del Partido Liberal, que compartimos, se han sumado otras más: ‘la U’ ahora anuncia su apoyo a no gravar a las iglesias, y los conservadores tomaron la bandera del petróleo y el carbón. Veo mucha gente entusiasmada con la posibilidad de que la reforma naufrague. No quiero ser aguafiestas con ellos, pero qué ingenuidad. Toda esta escaramuza se resolverá con el cumplimiento de los compromisos burocráticos y los favores prometidos y no cumplidos.

Porque los partidos mencionados saben que es esta la mejor oportunidad de apretar tuercas y como los gobiernos son pragmáticos, puedo apostar doble contra sencillo que la reforma pasará intacta, con los ajustes menores anunciados en la tributación de Ecopetrol y la decisión de no gravar las pensiones y las iglesias. Como resultado inicial de esta refriega, y en medio de la natural y creciente desconfianza, ya se conoce la entrega del Fondo Nacional del Ahorro y de Positiva Compañía de Seguros y está pendiente la Aeronáutica Civil, entre otras. Así las cosas, esta semana veremos la aprobación aplastante de la reforma, al igual que ocurrió en comisiones terceras con el apoyo de estas colectividades. Todo un teatro. Las consabidas explicaciones vendrán luego. Pero ojalá desde ahora vayan asumiendo la responsabilidad de lo que ocurrirá de cara al próximo debate electoral.

Para nada les importa a estos padres de la patria que cuando el mundo se apresta a entrar en la temida recesión global, se apruebe una reforma tributaria que profundizará la crisis, ahuyentará toda inversión local y foránea, destruirá empleo y nos ocasionará no pocos problemas en el frente externo. Pero no, la inmediatez de los puestos y la contratación lo justifican todo.

A esta actitud de los partidos se une la gestión del flamante ministro Ocampo y el conjunto del gabinete ministerial. ¿A qué se referirá Ocampo cuando afirma que el dólar a $ 5.000 es una sobrerreacción del mercado? ¿O cuando dijeron que toda la culpa la tiene la Fed y que la reforma tributaria no tiene nada que ver? Por lo menos reconoce que las declaraciones de algunos colegas de gabinete y del Presidente sí han tenido impacto muy negativo.

Sobre la colocación de bonos en el exterior, sorprenden también sus anuncios al término de la ronda en Nueva York: “Hay enorme apetito por invertir en Colombia”, “la solidez para los inversionistas es total”. Lo cierto y muy preocupante es que tocó suspender la emisión, pese a la tasa de interés descomunal que se estaba ofreciendo. Que yo recuerde, es la primera vez que esto ocurre. O sea que nadie, a ningún precio, tomó el riesgo país. ¿Utilizarán las reservas para cancelar los vencimientos de una deuda que supera los US$ 100.000 millones o estarán pensando en renegociarla? No me sorprendería cuando veo alusiones al control cambiario.

Yo creo que lo que es urgente es reversar el anuncio de suspender la exploración de hidrocarburos, y hacerlo de manera contundente. En segundo lugar, destinar el producido de una reforma tributaria menos ambiciosa a reducir el déficit fiscal y ser disciplinado en el cumplimiento de la regla fiscal. Y, por último, cerrar la tronera del fondo de subsidio a los combustibles, que este año costará 31 billones, una vez y media el producido de la reforma. Eso sería lo que esperaríamos de un ministro y de un gobierno responsables.

Celebro la decisión de la oposición y los sectores independientes de votar negativamente toda la reforma fiscal. De oponerse a reimplantar el impuesto al patrimonio, a doblar el impuesto a los dividendos, a la tributación mínima para sociedades, al desmonte de la deducibilidad del ICA, a revivir la presuntiva ahora disfrazada, al aumento de las tasas impositivas al sector petrolero y a la tributación sobre las regalías, entre otras propuestas.

Estas líneas rojas tienen que ser auténticas preocupaciones respecto a los efectos muy inconvenientes de esta reforma sobre el crecimiento económico, el manejo de una recesión anunciada y el impacto en el bolsillo de los asalariados y de todos los colombianos, y no moneda de cambio en negociaciones repudiables.

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