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En manos del hampa

Opinión

En manos del hampa

El pasado lunes Bogotá volvió a quedar sumida en el caos frente a la asonada que propiciaron vándalos y delincuentes en varios lugares de la ciudad, todo ante la inexplicable pasividad de las autoridades que nada hicieron por prevenir ni controlar la denominada ‘Marcha carnaval de la cumbre nacional popular’. Es claro que aquí no hubo ninguna manifestación cultural, como quiso presentarla la Secretaría de Gobierno. A las cosas por su nombre: lo que sufrimos fue una jornada de intimidación, ataques, violencia y destrucción.

Decenas de fachadas cubiertas con mensajes de odio, amenazas de muerte, bienes públicos destruidos y la ciudadanía impotente. No nos engañemos, no fueron hechos espontáneos o aislados. El patrón de operación dejó claro que fueron acciones premeditadas de violencia con clara intención política, alta carga ideológica y muy lejos de ser pacífica. De no ser así, ¿qué hacía el pastor Saade en la violenta protesta? ¿Vamos a ver carnavales como este de aquí a las elecciones y en todas las ciudades? ¿Esta estrategia de intimidación y terrorismo hace parte de la campaña del Pacto Histórico 2026? Bueno sería saberlo.

Cómo no recordar el accionar de la primera línea, la misma que Petro impulsó en su momento y que ya como gobierno ha intentado no solo perdonar y excarcelar sino premiar. Del gobierno Petro está claro que nada podemos esperar, pero del alcalde Galán la ciudadanía sí reclamaba una reacción muy distinta. ¿Cómo así que se trató de una trampa para presionar una actuación de la Fuerza Pública? ¿Cuál trampa? ¿Contra quién? Aquí los únicos que quedamos entrampados fuimos los ciudadanos víctimas de estos atropellos que, ante la ausencia de autoridad, la parálisis de la policía y las desconcertantes instrucciones y proceder del propio alcalde, nos vimos intimidados y atropellados en nuestros derechos. ¿Por qué impedir la acción de la Fuerza Pública? Bueno es recordarle al alcalde que es su deber contener cualquier violación o afectación del orden público y proteger los derechos de toda la población.

No, doctor Galán, este experimento salió muy mal. ¿Dónde estaban la Fuerza Pública, la policía y el Undmo (antiguo Esmad)? ¿Cómo es posible que ante la comisión de delitos en flagrancia nadie intervenga? Lo ocurrido esta semana se le salió de las manos y es inadmisible que a punta de gestores de convivencia se puedan controlar semejantes desmanes y alteración del orden.

Sorprendieron aún más las explicaciones del secretario de Gobierno –el que autorizó la ‘marcha carnaval’– al afirmar: “Nos preguntan por qué no actuamos y la respuesta es simple, una reacción violenta lleva a más violencia”. Habrase visto, nuestro Gandhi distrital. ¿Cómo proceder, entonces? ¿Respalda el alcalde esta política de manejo del orden público?

Como si hubiera sido poco lo ocurrido el lunes, el pasado miércoles Bogotá volvió a ser epicentro de hostigamientos y desmanes en la sede de la Andi. Inaudito. Toda mi solidaridad con este gremio y el empresariado colombiano. Y el jueves, los vándalos se volvieron a tomar la ciudad destruyendo locales comerciales y CAI de la policía. No hay que esforzarse mucho para saber quién instigó estos hechos de violencia. Pero una vez más, la administración distrital y la policía, especialmente esta última, desatendiendo su deber constitucional y legal no hizo nada, ni una captura, nadie responsable.

Mucho me temo que este no es más que el preludio de lo que veremos en los próximos meses. El señor Petro y sus aliados seguirán incitando a la violencia y los vándalos y la primera línea en las calles como mecanismo de presión y desestabilización. Ya los conocemos, ya sabemos cómo actúan y cuál es el libreto. Utilizarán la violencia y la anarquía como estrategia y el miedo ciudadano lo convertirán en boleta electoral.

Señor alcalde, haga uso de todas las facultades que la Constitución y la ley le brindan y no pretenda que ningún gestor de convivencia sea el muro de contención o reemplace a la policía y a las autoridades. Lo de esta semana no fueron unos simpáticos e indefensos grafiteros. Se avecinan momentos muy comprometedores para la democracia y la institucionalidad nacional cuyo epicentro será la ciudad de Bogotá. Precisamente la ciudad que lo eligió con las banderas de la seguridad ciudadana y que espera que frente a los violentos usted actúe de manera muy diferente al señor Petro.

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