La gran estafa
El señor Petro se hizo elegir con las banderas de la “paz total” y la lucha contra la corrupción. No se sabe, ya en el ocaso de su nefasto gobierno, cuál de las dos promesas ha sido más burlada. Los saldos de la primera en vidas humanas, y de la segunda, en pobreza y desesperanza. La corrupción en el gobierno del “cambio” no es la suma de actos aislados, sino una conducta generalizada que permea cada institución, un patrón sistemático de actuación.
Por ello, nadie puede sorprenderse al observar que, después de la inseguridad, la corrupción sea el tema que más preocupa a los ciudadanos, tal como lo reveló la más reciente medición del Centro Nacional de Consultoría. Para la muestra, el botón de los escándalos de las últimas dos semanas: imputación de nuevos delitos a Nicolás Petro y nuevas revelaciones de su expareja Day Vásquez, en el sentido de que Petro conocía todo con antelación; señalamientos a Ecopetrol con investigaciones por presunta manipulación contractual, conflictos de intereses, nombramientos sin idoneidad técnica y presiones indebidas; y alertas en Ocensa por presuntos desvíos de recursos.
A esta lista se suma el multibillonario plan de contratación exprés que emprendió el Gobierno justo antes de la entrada en vigor de la Ley de Garantías. Se firmaron contratos directos por más de 9 billones y solo un día antes, el pasado 7 de noviembre, por 6 billones. Nos enfrentamos a un entramado de redes clientelistas, sobornos para conseguir apoyos legislativos, contratos direccionados y favores cruzados. Con estos montos se aseguró que a la campaña reeleccionista no le faltarán recursos para interferir en las elecciones de Congreso y Presidencia.
Ya no se sabe qué es más preocupante, si los hechos denunciados o que las investigaciones no avancen. Como millones de colombianos, me pregunto: ¿por qué no hay resultados? ¿Quiénes son y dónde están todos los responsables? ¿Dónde están los dineros desviados? ¿Tendremos que conformarnos con unas capturas menores como las de Olmedo López y Sneyder Pinilla? O, más grave aún, ¿tendremos que seguir aguantando la incapacidad de las autoridades, cuya consecuencia es que varios de estos delincuentes estén prófugos de la justicia como Carlos Ramón González o César Manrique? Y así siguen y siguen decenas, por no decir centenares de investigaciones que no arrojan ningún resultado. ¿Terminará el Gobierno sin una sola decisión sobre el financiamiento de campaña?
Forzoso referirse a la reciente adquisición de la flota de aviones Gripen con la firma sueca Saab, sobre la que hay un sinnúmero de interrogantes. Empezando por la suscripción del contrato, quiénes intervinieron, el valor de los honorarios pagados a las firmas que asesoraron y tramitaron dicho contrato. Es sabido que un importante volumen de componentes debe ser adquirido con firmas norteamericanas ¿Qué riesgo enfrentamos ante las prohibiciones de la Ofac?
La Contraloría ha solicitado en un término perentorio conocer todos los detalles de este entramado. Lo cierto es que no es el Gobierno sueco el que nos vendió los aviones, sino una empresa que ha tenido serios cuestionamientos. ¿Por qué hubo sobrecosto en los valores inicialmente ofertados y los contratados? ¿Cómo se explican las diferencias frente a montos adquiridos por Brasil y Tailandia, que resultan ser menores que los que pagará Colombia? Y lo más grave, ante las alertas de retrasos en la puesta en operación después de diez años en Brasil, ¿cómo se explica que el avión contratado aún no se haya construido y mucho menos probado? ¿Qué explicará que en los estertores de este gobierno hayan resuelto incurrir en este gasto, desconociendo la realidad fiscal y cuando el Estado está totalmente quebrado?
Y ante este oscuro panorama, bueno es mencionar que el contrato de mantenimiento de helicópteros del Ejército venció el pasado 15 de noviembre y no se ejecutó. Más de 14 millones de dólares perdidos. Anuncian investigaciones, pero me temo que no avanzarán. Los helicópteros parados, y la firma contratista no responde. ¿Qué tiene para decir el ministro de Defensa? Advertidos, nos robaron descaradamente.
Petro prometió acabar la corrupción, pero la realidad es que convirtió su mandato en botín electoral, en plataforma de negociación de apoyos y conciencias y en refugio de delincuentes. El “cambio” resultó ser la gran estafa.