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El espejismo de la unidad

Opinión

El espejismo de la unidad

Hace apenas quince días nos referíamos en estas notas dominicales a la importancia de avanzar con acciones concretas hacia la muy referida “unidad” que el país reclama para la elección presidencial del 2026, con el propósito de enfrentar al señor Petro en su intención de perpetuarse en el poder.

Varias reuniones de los líderes de los partidos tradicionales hicieron ver la situación con un relativo optimismo, tanto que me animé a proponer un mecanismo vinculante de depuración, antes de finalizar el año, que permitiera llegar al escenario de una gran consulta en las parlamentarias de marzo. Pero advertí que uno de los peligros de la atomización era el indeseable enfrentamiento entre candidatos y partidos llamados a unirse por su origen y propuestas. Lo dicho se cumplió, y de qué manera.

La gran encuesta del Centro Democrático, ejemplo concreto de lo que todos deberían estar haciendo, sucumbió inexplicablemente en medio de reclamos entre sus aspirantes. En el Partido Conservador salieron también a flote las disputas internas. Ni qué decir de la crisis en la Fuerza de las Regiones o del renaciente enfrentamiento entre el liberalismo y el Nuevo Liberalismo, que aleja cualquier posibilidad de entendimiento. Qué pugnacidad y desconfianza generalizada. Nadie, por lo visto, se quiere comprometer a nada y la mayoría insiste en ir a primera vuelta a como dé lugar. Todos se sienten presidentes.

Y mientras tanto, las orejas del petrismo se asoman por todas partes para fomentar divisiones en otras colectividades, como ‘la U’ y los ‘verdes’, que, con pocas excepciones, se encuentran capturados por la burocracia oficial.

Si todo esto ocurrió en tan solo una semana, ¿qué podemos esperar de los meses que vienen? Con pocas excepciones, los candidatos se resisten a revelar sus verdaderas intenciones. ¿Estarán dispuestos a participar y comprometerse con el resultado de una eventual consulta en el mes de marzo? ¿Seguirán dilatando las decisiones y buscarán llegar a mayo, pase lo que pase? ¿Estaremos abocados a seguir entonces con no menos de setenta candidatos? Todo hace predecir que la mayoría de ellos, como parece, ya resolvieron ir hasta el final. La catástrofe.

Sería muy grave, pero a ese extremo nos conducen los egoísmos y la falta de sinceridad. Muchas declaraciones en medios, muchos discursos, pero ningún compromiso se materializa. Parece mentira.

Qué distinta es la situación en las toldas del Pacto Histórico después de su proceso de consulta. El candidato Cepeda se ha separado por completo del pelotón y consolida su candidatura en esa parte del espectro político.

Y cuando pensábamos que las encuestas empezarían a aclarar el panorama y a incentivar la depuración y la consolidación de alianzas, lo que nos encontramos con los resultados de la reciente medición de Cifras y Conceptos es que el nivel de indecisión, del 60 por ciento, terminó convirtiéndose en un detonante para agravar el desorden. Por efecto de esa y otras mediciones, candidaturas que marcaban 1 por ciento, o menos, se volvieron a animar, resucitaron aspiraciones que estaban en cuidados intensivos y se reactivó el desfile de nuevos “presidenciables”.

Lamentando lo anterior, sí creo que la falta de sondeos y encuestas serias está pasando la cuenta de cobro a nuestra democracia. Un ejemplo más de cómo el camino al infierno está plagado de buenas intenciones.

Y aún nos resta saber quiénes lograrán la recolección de firmas, mientras muchos otros ni siquiera cuentan con aval de ningún partido ni con las firmas para inscribirse, algo nunca visto.

Lo digo con claridad, a este paso, con esta obstinación y con esta proliferación de candidaturas, no habrá unidad, no habrá coalición posible. Por el espejismo de que “todos pueden ganar”, por la negativa de construir y comprometerse con un mecanismo efectivo y por la obsesión de “hacerse contar”, nos enfrentamos a que cada uno querrá figurar en el tarjetón, sin entender que así lo único que hacen es entregarles la elección al Gobierno y a sus aliados.

El país no merece este nivel de irresponsabilidad.

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