El ‘decretazo’ 2
En buena hora el Congreso hundió la reforma tributaria. Lo advertí en varias ocasiones, una propuesta abiertamente confiscatoria que, entre otras cosas, iba en detrimento de los hogares de ingresos medios y bajos, imponía más carga para las empresas, motivaba la fuga de capitales, propiciaba mayor informalidad y poco o nada hubiera contribuido a solucionar el problema fiscal. La verdad, no había cómo defender semejante adefesio ni país que resistiera la combinación de improvisación y desbordado apetito fiscal. Más recursos para este gobierno de manirrotos cuyo propósito no es nada distinto a financiar la permanencia del petrismo en el poder en el año electoral que se avecina.
Y como era previsible, el señor Petro, lejos de reconocer la derrota y acatar la decisión del Legislativo, reaccionó, como ya es costumbre, acusando al Congreso de sabotear al Gobierno, insinuando intereses oscuros y, por supuesto, anunciando un nuevo “decretazo” de emergencia económica indiscutiblemente inconstitucional.
Un nuevo capítulo del mismo libreto: si el Congreso no aprueba sus reformas está yendo en contra del pueblo, lo cual habilita al gobierno para expedirlas por fuera de los límites constitucionales. Y si en algún momento le importó, ya no, pues sabe muy bien que con la llegada de su abogado, el magistrado Carvajal, a la magistratura de la Corte Constitucional ha entrado a operar una mayoría alineada a sus propósitos. La misma que por meses ha dilatado decisiones, ha modulado fallos para permitir que se subsane lo insubsanable y también ha avalado decisiones por razones políticas o de conveniencia.
Esa coalición de magistrados que en las decisiones más sensibles ha votado en bloque a favor del Gobierno volverá a hacerse sentir. Ya el país conoce el proceder de los señores Vladimir Fernández, Miguel Polo, Juan Carlos Cortés y Natalia Ángel, a los que se ha sumado Héctor Carvajal. Los mismos votos, la misma alineación, el mismo actuar. Los fallos recientes no dejan dudas.
En mi criterio, la emergencia económica que ahora pretenderán avalar es abierta y flagrantemente inconstitucional, pues no existe un hecho sobreviniente, imprevisible o extraordinario que habilite semejante declaratoria y las normas que de ella puedan derivarse. Yo quiero ver si la Corte hará uso de su facultad de suspensión provisional mientras estudia su constitucionalidad. Una facultad que no ha ejercido ante excesos evidentes y cuya ausencia de uso resulta injustificable. Baste mencionar la ley de la “paz total” en el 2022, los decretos de cese del fuego bilateral o la intervención de Sanitas, por referirme solo a algunos. Si no es ahora, ¿cuándo?
Pero no nos hagamos ilusiones, esta medida cautelar, claramente procedente ante un abuso tan protuberante como este inminente “decretazo”, tampoco se verá. La Corte no va a suspender nada. Y cuando a bien tenga fallar, lo hará cuando ya el Gobierno haya implementado por decreto lo que el Congreso negó por mayoría.
Es muy lamentable decirlo, pero el país ya perdió la esperanza respecto a los tiempos de esta corporación. Bastaría inventariar cuántos procesos sensibles llevan más de un año sin decisión, ejemplo de ello la reforma pensional o la suficiencia de la UPC e inclusive, un tema tan álgido como el desabastecimiento de medicamentos. Silencios que se han convertido en ventajas para el Ejecutivo.
Y pese a que la Corte en casos como este tiene un término perentorio de 90 días, como lo establece la Constitución, me temo que difícilmente se cumplirá o peor, no sorprendería un cambio de jurisprudencia promovido por la mayoría petrista para terminar dándole vía libre.
La tributaria era nefasta, inviable e indefendible, pero más grave es la pretensión de imponerla disfrazada de emergencia y el precedente que creará para futuros abusos similares. ¿Y si la Corte finalmente declara inexequible la emergencia? Ya lo vimos con otros fallos, Petro desconocerá la decisión, abrirá una nueva controversia pública y acusará a la justicia de estar capturada. Nada nuevo. La violación sistemática del Estado de derecho, como lo advertí la semana pasada, se volvió para este Gobierno parte del paisaje.
Ojalá me equivoque. Ojalá esta vez la Corte actúe, pero por lo visto el desenlace es predecible, Petro decretará la emergencia, la Corte dejará correr el tiempo y, dentro de un año o más, cuando llegue el fallo, el daño ya estará consumado. Advertidos estamos.
P.D. Regalo navideño: Y ahora la Corte elimina la reincidencia. Premio a los hampones.