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Seamos realistas

Seamos realistas

Por: Germán Vargas Lleras

Todos los análisis realizados por expertos epidemiológicos apuntan a que antes del mes de julio no empezará a ceder la emergencia causada por el coronavirus en el país. Señalan también que el pico del virus coincidirá precisamente con la semana del 13 de abril, en la cual termina la cuarentena decretada por el Gobierno. Está claro, entonces, que para esa fecha apenas entraremos en la fase más crítica de la pandemia.

El Gobierno lo sabe bien y está actuando en todos los frentes. Pero tengo la impresión, por los anuncios difundidos y también por las medidas tomadas –sobre todo en materia presupuestal–, que su visión del problema se está concentrando en afrontar solo el corto plazo. En materia de protección del empleo, por ejemplo, las medidas sugeridas, como el adelanto de las vacaciones, la no cotización al sistema de seguridad social y el retiro de las cesantías están pensadas para las próximas tres semanas o menos. Una medida más de largo alcance sería autorizar la renegociación de las condiciones laborales, así como la contratación por horas, que serán de mal recibo, pero preferibles a una masacre laboral.

Los apoyos para los programas de Familias en Acción y también para el de Colombia Mayor podrán hacerse efectivos a través de los canales formales pero, me pregunto, cómo llegarán a la inmensa mayoría de la población informal que no cuenta con esa cobertura? Igual se puede señalar de las medidas tomadas para los servicios públicos y de los montos insuficientes fijados por el Banco de la República para darle liquidez al mercado. Todas consultan solo el corto plazo.

Yo entiendo perfectamente que el Gobierno haya preferido decretar una cuarentena por tres semanas y no por dos meses o más, que será cuando menos el tiempo en que permaneceremos con esta medida de aislamiento. Pero lo que el Gobierno sí está en la obligación de hacer es diseñar e implementar un conjunto de políticas, programas y presupuestos acordes con una situación, que se prolongará en sus efectos hasta final de año. Los colombianos, que habrán entonces comprendido la magnitud de los esfuerzos por realizar, respaldarán el programa sin vacilación. El problema dejó de ser político y ahora es de supervivencia.

También se requiere más ejecución. El mejor ejemplo es lo que ocurre en el sector más estratégico, como lo es la salud, en donde ya se ha anunciado que comenzarán las pruebas rápidas masivas que aun siendo indicativas serán muy útiles. Pruebas ya autorizadas por la FDA en Estados Unidos y donadas por la Fundación Echavarría esperan la aprobación del paquidérmico Invima para entrar al país. Y es, además, indispensable que se habiliten los 28 centros regionales para realizarlas. Es sabido que se negociaron 1.500 respiradores, que serán insuficientes, y que se busca afanosamente ampliar la capacidad en camas, especialmente de cuidado crítico. Pero en esta materia lo más relevante es girar al sistema de salud al menos los 4,5 billones de pesos que se le adeudan.

¿Qué puede esperarse, por ejemplo, de una red de 930 hospitales públicos, la mayoría con problemas financieros tan críticos que no pagan sus nóminas desde hace tres meses? ¿Qué está pasando en el Adres (banco de salud), por qué no se posesiona a su nueva directora nombrada hace más de un mes? ¿Por qué no se ha designado la auditoría de la misma hace 18 meses? ¿Por qué ni siquiera se reciben las cuentas? ¿Cuándo piensa el Ministerio de Hacienda “refinar” los mecanismos para girar estos recursos?

No puede haber más disculpas para dilatar estos pagos, autorizados además en la ley de punto final. No permitan que sucumbamos ante la burocracia ineficiente. Hay que atender muchos frentes, de eso no hay duda, pero convengamos que lo primero son los temas del sector. No más anuncios y más ejecución.

De todas las experiencias internacionales que hemos visto, el ejemplo para seguir es, sin duda, el de la canciller Ángela Merkel, en Alemania. Allí, el Gobierno, sin ningún eufemismo, informó la realidad y se prepara para enfrentar el Coronavirus y sus implacables efectos al menos hasta final del año.

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