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Llegó la hora

Llegó la hora

Por: Germán Vargas Lleras

Llevamos más de diez semanas de confinamiento, y la pandemia empieza a manifestarse en todos los ámbitos de la vida. El de la salud con el crecimiento de personas contagiadas, que ya supera los más de mil diarios para un total de 26 mil. Al escribir esta columna, Colombia registra 822 personas fallecidas con uno de los índices de mortalidad más bajos del mundo.

Gracias a las medidas de aislamiento temprano y el compromiso de todos, logramos suavizar el impacto clínico de la pandemia y conseguido aplanar la curva de contagios. Compramos, por así decirlo, tiempo valioso para elaborar los planes de acción territoriales; para incrementar el número de pruebas, que han pasado de 1.000 a más de 10.000 por día, muy confiables, pues son moleculares; de tener un laboratorio habilitado, hoy contamos con 64; hemos incrementado en 940 el número de camas de cuidados intensivos, así como en cifra similar el número de respiradores, cuyas entregas ya han comenzado e irán hasta octubre. Así mismo, se formó al cuerpo médico y se concientizó a la población preparándonos para convivir, hasta donde ello es posible, con el virus y empezar poco a poco a abrir nuestra economía mediante la implementación de rigurosos protocolos. Debemos reconocer que no se ha perdido el tiempo ni tampoco el sacrificio.

Estos alentadores logros podrían llevarnos a pensar que la situación está en cierta forma bajo control, pero no es así. La realidad es que a partir de esta semana vienen los momentos más difíciles y en los que más se requerirán la disciplina y colaboración ciudadana. A partir de junio veremos un crecimiento exponencial de personas contagiadas, con la consiguiente ocupación de toda la infraestructura hospitalaria y, por supuesto, de las UCI, cuya disponibilidad sigue siendo precaria, sobre todo en Bogotá y Cartagena. Algunos analistas señalan que entre agosto y septiembre podríamos llegar a medio millón de colombianos contagiados. Si la relación se mantuviera en proporción de uno a uno entre junio y julio, llegaríamos fácilmente a cien mil contagios, y como el número de casos se duplica cada 17 días, por este camino podríamos tener más de cien muertes al día a mediados de julio.

Una de cada dos personas que entran a las unidades de cuidados intensivos fallece, y si no conseguimos seguir espaciando los contagios, es evidente que el sistema colapsará, como ocurrió en Italia, España y también en Perú y Ecuador. Por esto hay que extremar todos los cuidados y también las medidas. En Colombia, descontadas las camas pediátricas y neonatales, contamos con 40.000, de las cuales solo 6.280 de cuidado intensivo, que hoy en un 42 % están libres, como en Bogotá, pero pueden ser ocupadas muy rápidamente en las próximas semanas.

En tanto se logre sintetizar la vacuna, lo cual puede tomar meses en el mejor de los casos, la pandemia podría extenderse hasta 2022, presentando brotes y rebrotes. En el caso de nuestro país, lo que procede es el aislamiento inteligente, colaborativo y controlado. Solo así conseguiremos salvar miles de vidas y alejarnos de la opción llamada inmunidad de rebaño, que supone que el 70 % o más de nuestra población se contagie. Aterrador.

Esta semana, el Gobierno Nacional extendió el aislamiento preventivo hasta final de junio y en Bogotá, la cuarentena obligatoria hasta el 15. Se trata de medidas necesarias, vista la fase en que nos encontramos, pero me preocupa que justo en este momento las nuevas normas de comportamiento más flexibles y las aperturas en marcha para ciertos sectores de la economía puedan crear en la ciudadanía la idea de que podría estar superada la crisis. A ello habría que sumar la preocupación por la impotencia de la Policía para controlar y hacer cumplir los protocolos en muchas zonas de las ciudades capitales. Desafortunadamente las últimas medidas nos tomaron agotados y maltrechos, pero toca aguantar, pues la cruda realidad es que esto hasta ahora empieza.

El Gobierno ha hecho lo mejor posible en los temas de salud, pero es a partir de esta semana cuando en verdad se viene la tormenta. Llegó el momento de la mayor disciplina social y del compromiso personal de cada uno.

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